En el mes sexto fue enviado el ángel Gabriel de parte de Dios
a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada
con un varón de nombre José, de la casa de David; el nombre de
la virgen era María.
Y presentándose a ella, le dijo: Salve, llena de GRACIA, el Señor
es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras y discurría qué podría
significar aquella salutación.
El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado GRACIA
delante de Dios, y concebirás en tu seno y darás a luz un hijo a
quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y llamado
Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David,
su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino
no tendrá fin.
Dijo María al ángel: ¿Cómo podrá ser esto, pues yo no conozco
varón?. El ángel le contesto y dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre
ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra, y por esto el
hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios.
Lucas 1 (26-36).